22 agosto 2012

Habitantes


Recorro la ciudad gris en el coche azul. The Waterboys bullen en su interior desde hace días. Mi seco cerebro no encuentra más protección que el cálido soplo de la big music
Las calles parecen vacías. Me fijo un poco más mientras la música, los acordes mágicos de The pan within, reverbera en las fachadas y espanta reguetones. Por las aceras deambulan personas como en una pesadilla de HellBoy. No son gentes, son criaturas de otros mundos. Hay enanos, cíclopes, mujeres barbudas y otros seres. Ellos no saben que puedo verlos, y caminan confiados en el frescor del postamanecer, cuando la ciudad más se parece a la verdad, a lo que es, una extensión de una grisura infinita. 
Ahora entiendo porqué las princesas ríen nerviosas, porqué las flores se esconden, porqué los niños no cantan. Vivimos en una ciudad poblada por trescientos cincuenta mil entes. Las personas huyeron hace tiempo. 
Tengo que averiguar hasta cuándo se quedarán las princesas. Y luego irme también.