28 junio 2008

Neil Young

En mil novecientos ochenta y cuatro el aire me trajo una melodía, My, my, hey, hey/rock and roll is here to stay.
Un alma adolescente busca oxígeno para sobrevivir entre la movida, el álgebra y el techno y se topa con un desgarbado artista canadiense que salta con elegancia, tozudez y lirismo de los ambientes más suaves del country a la fiereza eléctrica del rock postpunk.
En esos días, con el corazón cautivado, escupido por una televisión que inyecta neuronas vía satélite, veo Rust never sleeps, una declaración de principios con apertura de cristal, My, My, Hey, Hey (Out of the Blue) y cierre galvanizado Hey. Hey. My, My (Into the Black).
Después vendrá American Stars’n Bars con la canción definitiva, Will to love (Like an ocean fish who swam upstream/Through nets, by hooks, and hungry bears.), y la canción río, Like a hurricane, paradigma del sistema fluvial que conecta los canciones largas de Neil Percival Young. Un torrente descomunal que irriga meandros frondosos, desvaríos líricos y energía desatada. Words, Ordinary people, Cowgirl in the sand, Cortez the killer, Rockin in the free world, Change your mind, Be the rain y otras muchas. Un entramado que no dispone de presas de contención contra avenidas.


Desde hace casi veinticinco años habito en ese río. Un crítico imbécil cronometra veinticinco minutos donde yo sólo vi un soplo de aire que traía un relámpago. Ayer bajé al río, arrojé piedras que rebotaron en su superficie majestuosa, sentí el frescor de lo nuevo, el penetrante perfume de la vida.
Y cuando las cuerdas de Old Black saltaron hechas pedazos, comprendí, hombro con hombro con Saconita, que somos la luz de una vela que tiembla acobardada entre huracanes, y que ya nos va quedando menos por hacer:

I can be like a fire in the night
Always warm and giving off light
But there comes a time when I shine too bright
Oh, I'm just a fire in the night.

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