27 mayo 2006

Fuego


En Fort Apache volvemos a la normalidad formal de los muebles colocados y limpios. Con menos polvo en las juntas que en los días compartidos con la cuadrilla de restauradores que adecentaron nuestras paredes y ventanas.
Enciendo la chimenea y compruebo como el fuego produce gran fascinación en mis hijos. En mi infancia fui un pirómano de reconocido prestigio aunque pude controlar mis incendiarios deseos de purificar el mundo.
Sudamos mientras la chimenea respira por su tráquea nueva, flamante en acero inoxidable y milímetros. Los hijos asisten a la ceremonia de la combustión, luz y calor con una solemnidad sólo rota para pedir más madera.


Escribo estas líneas de noche, con Wim Mertens acunándome, tratando de hacer balance de la nada. Esperando otro día. Deseando que sea como hoy.